Un 21 de septiembre alrededor de las 10
de la mañana me llaman de recepción y me piden que baje porque habían dejado
algo para mí. Bajo y la chica de la recepción me dice: “¡Ah, Pau! Te mandaron
flores”, miro y era un ramo enorme que tenia mas o menos diez tipos de flores
diferentes, fácil. Estaba perfectamente envuelto con papel transparente tipo
celofán y sobre ese papel lo envolvía una tela brillante tipo raso, ¡era
divino! El moño era impresionante, hecho con cinta pero de tela, también
hermoso. La verdad nunca había visto un ramo tan lindo y que sea para mí. Eso
si, pesaba un montón. Estaba emocionadísima, y mientras buscaba una tarjeta o
algo escrito que diga quien lo había enviado pensaba: “¡Ay! ¿Habrá sido JJ?,
pero no es su estilo”, “¿será JJ?, pero si no es él, ¿quién iba a ser?”. En eso
encuentro la tarjetita y leo: “Que tengas una hermosa primavera, Julián”.
¿Julián?, aclaro JJ no es Julián. ¿Quién era Julián?, pienso, pienso y me
acuerdo de un compañero de la facultad del cuatrimestre anterior, ¡un pelotazo!
Un pibe aburrido, que se notaba que generaba situaciones para encontrarse
conmigo, bueno, un gil.
Que decepción tan grande sentí, era obvio que JJ no había
comprado eso pero en el fondo esperaba una actitud así de él. Caro, la chica de
recepción me dice,
-
¿y Pau?, ¿quién te lo mandó?, ¿JJ?
-
No, no Caro, le dije, ¿vos soñás, nena?,
¿no viste como es JJ?
-
Y, lo vi, pero qué querés decir
con ¿cómo es JJ?
-
Me las mandó un flaco de la
facultad. Podría haber sido JJ y sumar un punto, ¿no?
Termino de decir esto y Caro me mira con cara de “que
idiota sos Paula, de ese pibe no podes esperar nada”. Bueno, en realidad, no sé
qué quiso decir Caro con su cara, ella solo lo conocía porque lo veía pasar,
solo por un “Hola, Chau”.
Pero JJ con su actitud decía mucho más que con palabras. Es
bajito, JJ por ser hombre, es más, bastante
bajito, siempre usó el pelo cortito, morocho aunque mi mamá siempre dijo que
era rubio, en fin, mi mamá te discute ese tipo de cosas. Camina muy onda
“compadrito” diría mi abuela, tiene los hombritos armaditos como haciendo “que
me importa”, siempre con un pucho en la boca y eso si, era un tipo seco, no
saludaba o si saludaba no te modulaba un “Hola” ni a ganchos, solo hacía un
gesto con la cabeza como diciendo “si”, acompañando mueca que pretendía
parecerse a una leve sonrisa. Esa era su respuesta ante un caluroso: “Hola JJ,
¿cómo estas?, ¿todo bien?”, solo un pequeño movimiento de cabeza, tipo los
perritos esos que ponen los taxeros en el auto que siempre mueven la cabecita,
para arriba y para abajo, ¿sabes cuales te digo? Si, JJ te movía la cabecita
como esos perritos de los taxis y ese movimiento de cabeza significaba que te
había escuchado el hola. Él por sí mismo jamás te decía un “Hola”. En fin, Carolina
sólo conocía sus movimientos de cabeza y por eso lo vería como un flaco menos
veinte, limitando con ser un desastre, creo yo.
Bueno, volviendo a aquel día de la
primavera, la mirada de Caro me hizo tener una idea buenísima. Entonces le
dije:
-
Caro, tengo una idea pero necesito
que no digas nada.
-
Dale Pau, contá conmigo, pero ¿qué
pensás?
-
La verdad es que tu cara me hizo
acordar que JJ jamás me regalía algo así, bah, en realidad debe ser el único
argentino que no consigue flores ni el día de la primavera ni el día de la
mujer. Siempre me vende un bolazo de que cuando salió de la facultad ya no había
flores, cualquier cosa me dice.
-
Pau, no sé que haces con él, vos
sos tan simpática y él nada que ver con vos.
-
No te preocupes, yo tampoco se que
hago con él.
-
¿Y?, ¿qué pensaste?
-
Lo voy a hacer quedar para la
mierda delante de todos. Pero para eso necesito que en la hora del almuerzo
cuando esté sentada con él en el bar, me llames y me digas que pase a buscar
algo que llegó para mí. Y recién ahí me das el ramo. Ahora escondé el ramo que
si él baja a fumar no lo vea.
-
Ah, dale, dale, lo meto acá abajo.
Che, que grande que es, le tengo que poner esta rueda de la silla encima, ¡lo
hago mierda!
-
Pisalo, no hay drama. Gracias Caro
y acordate, llamame cuando estemos almorzando.
-
¡Fuma nena!
Llega la hora del almuerzo y en una mesa
éramos seis, entre ellos estábamos JJ y yo. El resto eran de su sector porque
yo me turnaba con otra supervisora para almorzar, así mi sector no quedaba
solo. Con lo cual éramos los compañeros de JJ, JJ y yo.
Al rato de habernos sentado llama por el interno Caro al
bar del laburo y voy hacia la recepción, como habíamos quedado.
En menos de un minuto vuelvo al bar con el gigantesco ramo
de flores, lo miro a JJ con cara de enamorada y le digo:
-
Amor, ¡gracias mi vida! ¡Que
hermosas flores, JJ! *Con cara de “me quiero matar” agrega*
-
Yo no te regalé nada.
-
Ay, dale, ¡si fuiste vos!
-
No Paula, tirá esas flores porque
yo no fui el que te las regalo. *se acerca muy despacio, me empieza a hablar al
oído lleno de odio, mientras me va agarrando del brazo con mas fuerza cada vez*
-
¡Eu!, ¡pará!, ¡pará la mano!, ¿qué
mierda te pasa?, Y el bracito no es necesario, soltame.
-
Decime ¿quién carajo te regaló
esas flores de mierda? *me dice al oído*
-
¿Qué?, ¿no fuiste vos?, ¿en serio
me decís?, ¿cómo no fuiste vos? *pregunto con mi mejor voz de minita inocente y
pelotuda*
-
Somos una pelotuda, Paula.
Me voy a mi sector con las flores, al toquecito viene JJ y
me habla muy bajito al oído.
-
Punto número uno: Tirá esas
flores. Punto número dos: ¿decime quién mierda te las regaló?
-
¡Uy! odio cuando enumeras, eso me
lo hacía mi mamá, nene.
-
No te hagas la enojada vos porque
acá el que tiene que estar enojado soy yo, que quedé bien como un pelotudo
adelante de todos. *él hablaba y yo empecé a sentir orgullo en el pecho y me
dije a mi misma: “victoria mía, ¡lo logré! Logré por una vez que te sientas un
pelotudo. Yo ya conozco esa sensación”*
-
¿Para qué querés que te diga quién
mierda me las regaló si no lo conoces? *ay, me hacía la canchera, ¡que placer!*
-
¿Sabes qué? Anda pensando bien
cómo mierda me vas explicar esto, pendeja. ¿Quién te lo regaló? Seguro que fue
un boludo porque para comprar algo así hay que ser un flor de boludo.
-
¿Para qué queres saber si a vos te
chupa un huevo todo? El día de la primavera, el día de la mujer, el día de la
chota nunca me regalas ni una flor arrancada y lo que es peor es que me mentís
diciendo que no encontraste flores, como hiciste el año pasado, ¿tan boluda me
crees? ¡Te las venden en todos los semáforos, nene!
-
¿Querés saber por qué nunca te
regalé una flor y nunca te la pienso regalar?
-
¿Ni pensás regalar?, ¿ni pensás?,
¿y el día que tenga un hijo? Después de haber parido el chiquito, cuando esté
semi muerta pos parto sosteniendo a nuestro hijo, ¿ahí tampoco me vas a regalar
una flor?
-
Tampoco. Porque no hay nada que me
parezca mas pelotudo que ver un chabón con una flor o con un ramo de flores
caminado por la calle. A mí se me cae la cara de vergüenza, antes.
-
Sos un PE-LO-TU-DO, pero sos más
pelotudo de lo que siempre pensé. Ay, dejame trabajar, nene. ¡Andá, andá!
-
Ahora me voy, pero no te hagas la
boludita y pensá cómo me vas a explicar esto.
-
Andá, querés, andate, ¡ah! y
¡Feliz Primavera, mi amor!
-
Por los huevos me la paso, bien
por los huevos me paso a la primavera, forra.